La Revolución Francesa (1789—1799) es uno de los más grandes y decisivos acontecimientos de la Historia e inicio de la época Contemporánea. Tiene una importancia fundamental, ya que al sustituir el antiguo orden —Antiguo Régimen— por un orden nuevo liberal abrió paso al mundo moderno.
Los historiadores no han dejado de debatir sobre sus orígenes, duración, etapas, protagonistas, consecuencias y significado. El debate se ha reavivado y enriquecido con ocasión del bicentenario de la Revolución de 1789.
La Revolución Francesa ha sido considerada tradicionalmente como el modelo de revolución burguesa en la que la burguesía desplazaba a la aristocracia del poder. Godechot y Palmer defienden que es la más importante de las llamadas revoluciones atlánticas, que transcurrieron entre 1770 y 1779 en Europa y América. Para la historiografía marxista —Lefebvre, Soboul— fue una lucha de clases, siendo la dictadura jacobina el punto culminante de la revolución. Furet sostiene que no puede hablarse de enfrentamiento de clases ya que no había una, sino varias burguesías en la Francia de 1789, con intereses opuestos respecto al papel de la monarquía. Mantiene que no hubo una sino tres revoluciones.
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